Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón.
Estás lista para salir, ya estás arreglada y llegando 10 minutos tarde. Agarras tu bolso, y es en ese instante que te das cuenta de que no encontras las llaves. NO! La desesperación se apodera de todo tu ser, buscas en la bolsa, primero despacio, después la vacias integra, buscas en la cocina, en la habitación, entre tu ropa, en la heladera, en todos lados, y después de buscar en todos lados, volvés a empezar otra vez. No pares hasta que no aparezcan. Buscas y buscas, cada vez con más intensidad, porque el tiempo pasa y sabes que sin tus llaves no podes ir a ningún lado.
No hay mucha diferencia con el Espíritu Santo, tenemos que buscarlo desesperadamente, con intensidad, con ganas, con todo nuestro ser. Sin el Espíritu Santo no somos nada, no podemos ir a ningún lado, ni entrar en el Reino de Dios.
Buscar desesperadamente, sin parar, en todos lados, con palabras, con actitudes, a voz alzada en silencio, en la mente...y volver a empezar. Tener sed de Dios es no parar hasta saciarse. Si tenés mucha sed, esa sed que solo se que quita con agua fresca, no paras hasta tomarla. Con Dios es lo mismo, no paras hasta encontrarlo, hasta saciarte, hasta que te llene.
Quién busca desesperadamente no para hasta encontrar lo que buscaba, y les aseguro que el que busca, tendrá su recompensa.
Quien quiera buscar conmigo, sigo en el ayuno de Daniel otros 21 días más. Son bienvenidos a unirse.
Les aseguró que no hay manera de que no encontremos lo que tanto estamos buscando.
Dios los bendiga
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